martes, 25 de febrero de 2025

Colección de pins de fútbol.


- A parte de las de cromos, las de pins fue una de mis colecciones favoritas en mis tiempos mozos. Desde mi casa os cuento que, en su día, fui un gran coleccionador de pins. Como siempre, la vida nos hace perder grandes cosas de valor, como fue mi recopilación de pins de clubes y selecciones de todo el mundo. ¡Malditas mudanzas!.

Tenía mi corchera llena de pins, pero una tablilla enorme. A finales de los ochenta me regalaron los primeros ejemplares, pero lo que más me motivó fue una colección que sacó el Diario Marca en los años noventa.
Recuerdo que había que comprar todos los domingos el periódico, algo que solía hacer igualmente. El miedo era que se agotasen los pins y no pudiésemos completar los veinte escudos de la Liga Española. Creo que a nadie le pasó, pero bueno.

Fue a raíz de aquello que me dio por coleccionar pins de fútbol. En Bilbao hay un lugar de intercambios y ventas, la famosa Plaza Nueva. Allá se congrega la gente para cambiar cromos y, ya de paso, habían tenderetes con venta de productos de todo tipo, más bien orientados al fútbol.

Un día, un amigo me dijo para acompañarle a la Plaza Nueva y comprobé que en un puestecito vendían pins. Creo que tenía quince años, pero yo ya trabajaba. El vendedor se quedó asustado, puesto que me llevé casi todos los que tenía.
Recuerdo que eran a cien pesetas... A saber lo que me gasté. La variedad que tenía era impresionante, pues te encontrabas escudos de equipos modestos como el San Sebastián de los Reyes, Gran Peña, S.D. Zamudio, Granollers, Dos Hermanas C.F., Guijuelo, Sabadell, Alcorcón,... y el que más me sorprendió, el del Club Juventud Cambados.

Como gallego que soy, le di gran valor el encontrar los pins del Cambados y Gran Peña, sobre todo porque el último era afiliado del R.C. Celta. Como celtista que soy, el de mi equipo lo tuve de todas las clases: dorado, en modo caricatura, rojo, plateado...

De equipos de Primera y Segunda División no me faltaron ni uno, al menos de aquella época. De las distintas categorías de bronce tuve casi todos, e incluso me atreví con equipos extranjeros y selecciones nacionales. 

Ya fue algo enfermizo, pero es que me encanta el fútbol. Mi habitación siempre pareció un tenderete de esos que te encuentras en los aledaños de los estadios, aunque la mayoría de mis adornos son siempre del Celta.
Pero aquellos pins daban mucha alegría a mi ambiente. A mis colegas les flipaba ver tanta variedad, y luego tenía una caja de hojalata en la que guardaba muchos ejemplares repetidos. Cierto es que alguno llegué a regalar. 

Con el paso del tiempo, fui comprobando como la corchera iba creciendo de tamaño. Era de locos. También me encontré con otros coleccionistas de pins que me aconsejaron lugares para adquirir otras joyas, y nunca descarté la posibilidad de ir por las sedes de clubes cercanos para comprar su escudito aunque fuera un poco más caro.



- Me dejaba el sueldo en esta colección y no me importaba. Lástima que pasó el tiempo y la vida te obliga a dejar cosas por el camino. Aún conservo algunos pins que considero invendibles, sobre todos los de mi querido Celta.
Sé que en internet puedo encontrarme diversas opciones de adquirir estos bellos metales futboleros, pero en la vida hay prioridades. Mi sueño siempre fue tener una habitación en la que guardar todas mis colecciones, pero eso es cosa de ricos.

Un pin nunca pasa de moda. En una de mis cazadoras, llevo toda la vida con el escudo del Celta ahí clavado. Eso sí, del Athletic, Betis, Valencia, Pontevedra, Real Madrid, Barça, Sporting... Son todos preciosos, un tesoro.

En casa queda ese secreto de que un día tuve una enorme colección de pins de fútbol, algo que retomaría si me sobrase la pasta. Siempre me consideré un gran coleccionista, sobre todo en lo que respecta al deporte rey. Otro día tocará el tema de bufandas de fútbol, que de eso sí que voy sobrado y aún conservo muchísimas. 

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